Gentileschi, Sansón y Dalila, 1630

Artemisia Gentileschi, la artista que se adelantó por cuatrocientos años al #metoo

Junto con el éxito también tuvo el rechazo del mundo artístico de su época por el hecho de ser mujer, muchos de sus cuadros fueran atribuidos a otros artistas varones, incluyendo a su padre.

“Cerró con llave la habitación y después me tiró sobre la cama, inmovilizándome con una mano sobre el pecho y poniéndome una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos y me levantó las ropas, algo que le costó muchísimo trabajo. Me puso una mano con un pañuelo en la garganta y en la boca para que no gritara (…). Yo le arañé el rostro y le tiré del pelo”.

Esta declaración sobre una violación fue hecha hace más de cuatro siglos por Artemisia Gentileschi (1593-1653), una extraordinaria artista y una mujer fuera de lo común considerada la iniciadora del feminismo y del movimiento #metoo. Este trágico episodio fortaleció su carácter y, en vez asumir el papel de una víctima, lo convirtió en un instrumento de venganza. Rompió con el patrón de representaciones femeninas idealizadas, sumisas y frágiles.  La originalidad de Artemisia Gentileschi según el filósofo y crítico francés Roland Barthes consiste en su capacidad de dar la vuelta a los papeles tradicionales, incitando “una nueva ideología que nosotros modernos leemos claramente: la reivindicación femenina”.

En aquellos tiempos era impensable que una mujer aspirara a estudiar arte formalmente en el taller de algún maestro. Por suerte, el padre de Artemisia, Orazio Gentileschi era pintor. Cuando el plan inicial de convencer a su hija a tomar los hábitos fracasó, no tuvo más remedio que aceptar el sueño de Artemisia de convertirse en una pintora. En el taller paterno aprendió el oficio y conoció a varios artistas de la época, destacándose la figura de Caravaggio, del cual asimiló el tenebrismo y el naturalismo.

Conoció también a Agostino Tassi, apodado “il Smargiasso”, el fanfarrón, amigo y colega de su padre quien se ofreció para darle clases de perspectiva a Artemisia. Abusando de la confianza que le tenía la familia aprovechó el momento en que estaban a solas y violó a la hija de su amigo.

En esa época, la violencia sexual no se consideraba un delito contra la mujer, sino contra el honor familiar. Tras un año de falsas promesas de matrimonio, Gentileschi entendió que Tassi no tenía intenciones de casarse con su hija y lo llevó a juicio.  Esa tardanza despertó sospechas de que la relación fue consentida. Luego de numerosos y contradictorios testimonios la víctima comenzó a ser vista como culpable. El mero hecho de ser pintora ya predisponía la opinión pública. Varios testigos afirmaron que ella era “demasiado libre”, que había perdido su virginidad antes y que era una mujer carente de moral.  El proceso se convirtió en una humillación pública para Artemisia que apenas tenía dieciocho años. Tuvo que someterse a vergonzosos exámenes ginecológicos y hasta soportar la tortura “della sibilli” que consistía en amarrar los dedos con una cuerda que se apretaba a medida que se formulaban las preguntas. Se trataba de una práctica no sólo dolorosa, sino muy peligrosa, sobre todo para una artista, pues corría el riesgo de perder la funcionalidad de sus manos. Mientras la torturaban, le gritaba a su violador: “¡Éste es el anillo que me das y éstas son tus promesas!“.

Durante el proceso se descubrió que Tassi había planeado asesinar a su esposa, cometió incesto con su cuñada y quiso robar algunas obras de Orazio Gentileschi. Finalmente, luego de siete meses de investigaciones, el acusado fue declarado culpable. El juez le dio a elegir entre cumplir cinco años de trabajos forzados o el exilio de Roma. Tassi, obviamente, eligió el destierro que en realidad nunca cumplió.

Apenas un mes después del juicio, Artemisia se casó con el pintor florentino Pierantonio Stiattesi. Fue un matrimonio arreglado por su padre con la intención de tapar el escándalo. La convivencia le trajo cinco hijos de los cuales murieron cuatro. También tuvo que ganar el sustento de la familia ya que su marido apenas conseguía encargos.

Me hallo con una hija hembra que, habiéndola yo encaminado por la profesión de pintura, en tres años ha adquirido tanta práctica que puedo decir que hoy no hay nadie igual a ella“, decía la carta de recomendación que le da su padre. Efectivamente, Artemisia se convierte en una destacada personalidad, Cosme II de Medici es su mecenas, Galileo Galilei y Miguel Ángel el Joven, bisnieto del gran Miguel Ángel Buonarroti son sus amigos. Fue la primera mujer en ser admitida en la Accademia Accademia delle arti del disegno de Florencia y Accademia dei Desiosi de Roma.

Las protagonistas de sus obras son mujeres fuertes y poderosas que se enfrentan a los hombres. Se inspira en personajes mitológicos, históricos y bíblicos: Judith, Betsabé, Salomé, Galatea, María Magdalena, Esther, Santa Catalina de Alejandría, Minerva, Dánae, Lucrecia, Cleopatra.  Temas heroicos que interpreta eran considerados inadecuados para el espíritu femenino.

En 1614 pinta su obra más importante, “Judith decapitando a Holofernes”.

Gentileschi, Judith decapitando a Holofernes, 1614

Capta el momento en el que la viuda judía Judith, ayudada por su fiel doncella, decapita Holofernes con su propia espada y así salva su pueblo de ser arrasado por el general asirio.

El tema se hace recurrente en la obra de Artemisia, quien realiza varias versiones de este.

Su espíritu indomable la hace dejar las obligaciones matrimoniales a un lado. Se enamora, probablemente por primera vez en su vida, de un noble florentino, Francesco Maria Maringhi y se muda a Roma.

Gentileschi, Judith con su doncella, 1618 - Judith y su doncella, 1627

Génova, Venecia, Nápoles, Londres son algunos de los lugares donde Artemisia tuvo que viajar para atender encargos de sus clientes, entre los que estaban el Duque Cosme II de Médicis, Felipe IV de España, el virrey Fernando duque de Alcalá, Enriqueta María de Francia y Carlos I de Inglaterra. Nunca dudó de sí misma. “Le mostraré a Vuestra Ilustre Señoría lo que puede hacer una mujer”, escribió al coleccionista Antonio Ruffo, a propósito de una obra en proceso.

Junto con el éxito también tuvo el rechazo del mundo artístico de su época por el hecho de ser mujer, muchos de sus cuadros fueran atribuidos a otros artistas varones, incluyendo a su padre. Después de su muerte fue rápidamente olvidada y fue redescubierta en 1916 por el historiador de arte Roberto Longhi. Incluso todavía algunos la ven como una curiosidad, una rareza anecdótica dentro de la historia del arte.

¿Cuánto tiempo se necesitará para descubrir más historias tras la historia de Artemisia Gentileschi?..

 

Por ELENA LITVINENKO DE VÁSQUEZ

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